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Al devolverle Micaía el dinero, su madre tomó doscientas monedas de plata y se las llevó a un fundidor, quien con esa plata talló una imagen y fundió otra, las cuales colocó en casa de Micaía, y ésta se lleno de dioses. Micaía hizo también un efod y terafines, y consagró como sacerdote a uno de sus hijos. En aquellos tiempos no había rey en Israel, y cada quien hacía lo que le parecía mejor.(A)

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